Ya son nueve meses desde que su jefe de sección mandara a Irma de Colonia a la provincia del suroeste del país. Puesto que nadie en la reunión de año nuevo se apuntó voluntariamente, Herr Niedwälder decidió que Fräulein Stiefental debía encargarse de la oficina local de doce trabajadores en el norte de la Selva Negra. “Fräulein Steifental,” dijo su jefe con una voz seria, “usted es la única persona que tengo en mente para que pueda ayudar a los colegas, en concreto, aumentar la venta de las bombas de vacío”. Más allá, de esta tarea también estaba implicaba en el desarrollo de las ordeñadoras de varias granjas en la Selva Negra. Su jefe comento además que, “Mi asistente le buscará un piso y un coche, para que pueda empezar la semana que viene, y, por favor, ¡no me desilusione!”
Eso fue en un día frio y gris, uno de los muchos días típicos de invierno que hay en Colonia.

Junto con una taza de infusión anisada, Irma narraba a su abuela su situación poco favorable. En cambio, a Irma le encanta Colonia, la ciudad grande que pasa por el rio Rin. Aquí creció y se identificó como una verdadera Kölsche Mädsche – una niña colonesa. Por este motivo, Irma comentó: “Abuela, no quiero ir. ¡Se dice que a la Selva Negra la gente mayor va para morirse!”, lamenta Irma, “Desaprovecharé el Carnaval de Colonia, tú sabes cuánto amo ese festival que tenemos aquí.” “Ay mi nena!” – susurró la abuela.” No seas tan negativa. Siempre querías un cambio dentro de tu empresa. Cuantas veces me contabas que tu jefe no valoraba tus ideas, aunque eres la reina de las ordeñadoras. Ahora le puedes demostrar que no solo eres una ingeniera técnica buena, sino que también serás capaz de implementar los productos en el campo. Eres joven, tienes 26 años. Además, se dice que los hombres en la Selva Negra son muy majos. Aquí en Colonia nunca encontrarás a un hombre correcto.”, le contestaba su abuela. “Pero Oma, …”, se sorprendió Irma, sin embargo, su abuela le interrumpió, “Haz como César. Él llegó, vio y venció. Confía en ti misma, nena. Y ahora, prueba mi torta de chocolate, por favor. La preparé solo para nosotras dos.”
Es el final del verano. La Selva Negra se nos presenta de su lado más bonito. El campo brilla de color oro y las primeras manzanas están maduras. Irma está cumpliendo las órdenes de su jefe, Herr Niedwälder, con resultados excelentes, e incluso el departamento de contabilidad ha notificado el éxito que ha supuesto su incorporación.

El comienzo nuevo en el suroeste de la república no ha sido nada fácil, la manera obstinada de los Suabos, así se define a la gente que vive en el norte de la Selva Negra, es famosa y donde Irma confirmó la realidad cultural de allí. Sin embargo, con el encanto de una chica de Colonia, ha provocado que, poco a poco, Irma vaya ganándose la confianza de sus clientes.
Pero hay algo más que le hace feliz a Irma. No solo son las reseñas positivas desde Colonia, sino que hay alguien que hace latir su corazón; se llama Nils.
Nils tiene una granja grande y tradicional un poco fuera de la ciudad dónde Irma vive y es cliente de la empresa. Se conocieron mientras Irma estaba visitando a los clientes nuevos para explicar la técnica recién implementada.
Ahora, Irma está montada en su bici y pedalea de camino hacia Nils. Es un sábado y lleva su traje tradicional de estilo Selva Negra. Quiere sorprender a Nils con su look, porque esta tarde se celebrará el Weinfest, la fiesta del vino en los pueblos.

Mientras monta su bici, ella piensa en las palabras de su abuela y recuerda que le ha dicho: “¡Llega, ve y vence!” – Y ahora se da cuenta ella, que llegó y mejoró las cifras en la oficina, vio a Nils mientras trabajaba y con eso venció y luego ganó su amor ¡Qué maravillosa es la vida!, piensa Irma. ‘Es cierto lo que dicen’, sigue pensando, ‘lo mágico no pasa dentro, sino fuera del circulo de la comodidad.’